Life and writings

<<… El hecho de que existe entre el pueblo el instinto de que una misión nacional debe llevarse a cabo y de que debe desarrollarse una idea colectiva, sería suficiente para probar la necesidad de una patria única con una forma de organización que la encarne y la represente. (…). El federalismo implica una multiplicidad de objetivos a realizar y, (…), se resuelve en un sistema de aristocracias o de castas. La unidad es la única seguridad de la igualdad y el desarrollo adecuado de la vida del pueblo.

Por eso, Italia será una. Sus condiciones geográficas, su lengua y su literatura; las necesidades de defensa y de poder político; el deseo de las poblaciones, los instintos democráticos innatos al pueblo, el presentimiento de un progreso al que todas las fuerzas y las facultades del país deben contribuir, la conciencia de que algo ha comenzado en Europa y de las grandes cosas que tiene todavía Italia que cumplir en el mundo, todo señala ese objetivo. No hay en el camino obstáculo que no pueda superarse fácilmente ni objeción que no pueda contestarse y refutarse histórica y filosóficamente»>.

G. Mazzini: Life and Writings of Joseph Mazzini, vol. I (Londres, 1890, págs. 226 ss.).

Nos encontramos ante un texto escrito por Joseph Mazzini, intelectual italiano del siglo XIX, que publicó una recopilación de sus escritos y memorias en el año 1890 en la ciudad británica de Londres. En las líneas que se proponen, el autor plantea los motivos por lo que un pueblo, en este caso el italiano, se ha de mover para unificarse. Entre estos cabría destacar la igualdad y el progreso, como los motivos principales para dicha unificación, sin olvidar lo que está sucediendo en Europa en los años previos. 

Es un texto político y teórico, ya que muestra el camino de la unificación italiana y de una forma u otra, dejando claro que el modelo federalista no es el camino para el progreso y está destinado a toda la población de los distintos estados que se localizaban en la península itálica. 

Mazzini nos presenta un escrito en el que marca que el proceso de unificación italiana debe ser llevada a cabo por parte de toda la población que tiene como comunes la lengua y en sí toda su cultura, Para ello inicia el texto hablando de la misión nacional que no deja de ser el proceso de unificación, y que este proceso se debe llevar a cabo de una forma colectiva, es decir, que tienen que estar presentes todas las clases sociales y políticas, porque sólo así se podrá conseguir una nación igualitaria y progresista. 

Pero Mazzini no se queda sólo en la parte social y del objetivo de crear una patria común, sino que abiertamente se posiciona en contra de un modelo político concreto que es el federalismo, sistema ya desarrollado en ese momento en los Estados Unidos y que se basa en la unión de distintos estados, cediendo soberanía en uno superior, pero salvaguardando sus propias leyes y esencia local. El autor dice que este modelo lo único que haría sería seguir permitiendo que las clases altas fuesen las que haría el nuevo estado siguiese con la desigualdad, cuando en el contexto europeo se dan “instintos democráticos” como escribe Mazzini, en los que se refiere a los movimientos revolucionarios de 1830 y 1848, que se dieron en Europa y también en estados de la península itálica como el Piamonte o el Reino de Nápoles y Dos Sicilias. Concluye el autor dando argumentos contra aquellos que puedan posicionarse en contra del proceso de unificación, ya que alude a justificaciones históricas y filosóficas, como los pilares de la unificación, y que no se pueden contestar ni contestar desde ningún sector político, cultural o social.

En la Europa postnapoleónica, el papel del Papa era fundamental, ya que tras el Congreso de Viene se volvía al absolutismo, en el que Dios y la religión tenían un papel preponderante dentro de la sociedad europea del siglo XIX. El Papa no sólo tenía el poder religioso sino que era el rey de los Estados Pontificios. Por otra lado, uno de los actores victoriosos de ese Congreso de Viena, Austria se anexionó dos territorios italianos como fuera el Veneto y Lombardía. El tercer actor en este sentido sería la zona del Piamonte, en el que la dinastía de Saboya controlaba una de las regiones más ricas. Por otro lado en el sur estaba el reino de Nápoles y Dos Sicilias, con la casa de Borbón ocupando el trono. 

Al igual que en el resto de Europa, las ideas liberales estaban calando en la población y así a partir de 1830 aparece un movimiento cultural y político llamado Risorgimiento liderado por el autor del texto a partir de la organización que fundó que se llamaba “Joven Italia”. Su objetivo era el de la unificación de los distintos territorios. 

Como la situación global europea seguía luchando por avances democráticos, las revoluciones de 1848, que también se dieron en el Piamonte, hizo que saliese a la palestra el movimiento de uno de los protagonistas del proceso, Cavour, jefe del gobierno del Piamonte, que no era otro que el de liderar el proceso de unificación a partir de un proceso militar y no de insurrección popular. En este contexto, el rey del Piamonte, Víctor Manuel II fue el principal agraciado, ya que a la postre acabaría siendo el rey de Italia. Pero previamente tuvo que conseguir el favor de Francia que con su ayuda, pudo recuperar tran una guerra contra Austria y hacerse con la Lombardía y los llamados estados centrales. Francia a cambio de su ayuda y del reconocimiento internacional se hizo con la Saboya y con Niza. 

Pero la península italiana tiene una gran longitud y la situación que se da en el norte es muy distinta a la que se da en el sur, ya que allí con un nivel industrial mínimo, el campo manda en cuestiones económicas. En este contexto surge la figura de Garibaldi, defensor de los ideales y los intereses del pueblo, se rebela contra la monarquía y comienza con sus camisas rojas la conquista de territorios con el fin de unificar Italia. Y aquí surge una de las problemáticas, Garibaldi era republicano y defendía al campesinado, mientras que Víctor Manuel II era el rey de la parte unificada al norte de Italia. Entonces Garibaldi, dejando de lado su ideología, prefirió la unificación italiana a la defensa de un modelo republicano, por lo que tras acordar con Víctor Manuel II la integración de los estados del sur con los del norte, cedió todo el protagonismo a los piamonteses. 

Tras este acuerdo sólo quedaban dos territorios por anexionar, el Veneto y los controvertidos Estados Pontificios. El Veneto se unió en 1866 mientras que los Estados Pontificios cayeron cuando Napoleón III perdió la guerra francoprusiana. Este hecho se dio ya que una de las partes del acuerdo entre el Piamonte y Francia, era que no debían conquistar ni menoscabar la autoridad papal. Cuando el emperador francés cae, Víctor Manuel II se centra en unificar la totalidad de la península, por lo que adhiere a los Estados Pontificios, establece el estado del Vaticano donde el Papa es el soberano y traslada la capital a Roma. 

A modo de conclusión estamos ante un texto que sirvió de hoja de ruta a los protagonistas del proceso de unificación, en el que aborda de una forma global los distintos aspectos que llevaron al proceso de unificación y que además no sólo trata un aspecto como es el de unificación, sino que se atreve a criticar el modelo federalista. Este hecho nos marca cuál era la personalidad y los deseos del autor. Es un texto con un gran interés, porque aunque se publica de forma posterior en una obra que recopila textos y escritos del autor, da cuenta de primera mano cuáles eran los sentimientos que se daban en Italia antes que ésta fuese Italia propiamente dicha.