Si hay algo de lo que estoy convencido como docente es que nuestras asignaturas son de las más versátiles que hay y así lo demostramos ayer en mi centro. Celebramos el Día del Libro de forma interdisciplinar. Por un día dejamos el temario de lado y nos centramos en abrir nuevos mundos, que en tiempos del Fornite, Fifa 18, OT y demás, no dejan mucho espacio a la lectura.
La idea de mi compañera Isabel, de Educación Plástica, me embaucó desde el primer momento, preparamos una serie de textos cortos, fragmentos, poemas y canciones que fueron recitadas en clase y comentadas. Entre estos relatos nos encontramos con Cervantes, nos topamos con Machado, nos emocionamos con Neruda, se nos puso la piel de gallina de Galeano y bailamos con Vetusta Morla. Es decir, nos dedicamos a aprender a sentir, a mirar en los ojos de otro.
Una vez que todos recitamos, cada grupo cooperativo seleccionó una frase y tuvo que componerla a partir de letras sueltas y pegarlas en una cartulina. Después las pegamos todas en nuestra cristalera para que todo el ciclo pudiera leer prosa, poesía o tararear canciones.
A la vez llevamos a clase distintos libros, en mi caso me centré en novelas gráficas, La araña del olvido de Enrique Bonet y Arrugas de Paco Roca. De repente ambos libros fueron de mano en mano y entretanto, alguno ojeaba más tiempo de la cuenta, con una sonrisa, con intriga, bien ya estaba dentro, objetivo conseguido. Por eso, nunca dejemos de leer, que ellos nos vean, que se les pegue algo. Que vivan los libros.